lunes, 28 de octubre de 2013

Reseña de "Ocultar la desnudez" en De Garage de octubre de 2013

Con ropas nuevas
Desde su segundo disco, Decuajo entabla diálogo consigo mismo. El ex dúo hace una apología de su decisión estética -la de acompañar a las guitarras y voces de Matías Monzón y Francisco Muñoz con una base rítmica y teclados- donde volver a brotar es el objetivo. A lo largo de estas diez canciones, Monzón, Muñoz y compañía abren el espectro y van probándose distintos atuendos sin ceñirse a ninguno. Ahí están “Fija”, que abre el disco con un aire de samba y un teclado pariente del de “Riders on the storm”; “Tiempo”, un cuento surreal que recuerda al último Invisible; o “Soy igual a vos”, con su clima lúdico, casi circense. El cambio es la constante: la cita de Sagan opera de síntesis y horizonte para la banda que ahora forman también Nico Raffino en teclados, Emilio Barrientos en bajo y Santiago Parodi en percusiones. “Colonizado” parece hablarle a los mismos dinosaurios de “A los jóvenes de ayer”, justo antes de que la banda se suelte en dos temas ligeros, dos inesperados episodios pop: “La estrella” y “La calle de las mandarinas”. Lo mejor queda para el final. En la extensa “Sol de noche” pero también en su preámbulo, “Valle de espejos”, logran cambiar el tono del disco con una atmósfera nocturna que va diluyéndose en un ambiente de ceremonia tribal donde surge, como un ánima venerable, la voz de Mariano Vicente para poner en palabras la búsqueda de Decuajo: “ocultar de la desnudez es adornarla (…) bajo los harapos seguimos desnudos”. 
Luciano Lahiteau
http://www.degarageweb.com.ar/?p=4940

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